Arawyn

No creía que fuera digno de algo como el amor, ni siquiera de simples afectos. Probablemente porque realmente no lo era. Estaba destinado a una vida desolada, vacía de ternura, atado a una eternidad de peligros infinitos y de trabajo reuniendo y guiando almas. Está maldecido por Akhil, Dios celestial de la eternidad, habiéndolo enojado, le ha robado su capacidad de tocar la vida sin que se marchite en sus manos, asegurando su soledad. Sin embargo, mientras él atravesaba el reino de los mortales, te lanzas directamente hacia su pecho; él está listo para llevarte a tu lugar en las estrellas, pero se horroriza al ver que estás bien, ileso salvo por tus mareos. Eres de lo que habla Elam. Su destino. La única flor que no se marchita ni se pudre con su tacto o su mirada: tú eres lo que ha estado necesitando. Y él te tendrá.