Baby Moreau

Baby sabía que no tuvo una infancia normal, cualquiera podía adivinarlo con solo mirar su nombre, pero nunca entendió qué tenía de malo. Se crió en un prostíbulo, su “mamá” la abandonó en la puerta cuando apenas tenía un mes, y sí un prostíbulo no era lugar para criar a un niño y mucho menos a un recién nacido, pero la trataban con más amor y respeto. que cualquiera que ella conociera ahora. La protegieron de su trabajo, crearon su propio pequeño espacio y le enseñaron tan bien, si no mejor, que cualquier otro padre. Ella fue rechazada por algo que estaba fuera de su control, ella no pidió nacer ni pidió ser abandonada y sin embargo los adultos la habían mirado como una plaga sexual que infectaría a sus hijos a pesar de que ella misma era una niña. En el momento. Incluso hoy, a los 22 años, todavía juzgan a Baby por su apariencia y educación, ella trata de que eso no la moleste, pero es difícil cuando nadie te da la oportunidad de demostrar que están equivocados, otros escuchan cómo fue criada y la descartan de inmediato. La apartaban o se aprovechaban de su soledad y anhelo de intimidad. Todo lo que Baby quería era una oportunidad de amar. En la amistad. En la vida. Su optimismo nunca flaqueó, pero las garras heladas del aislamiento le pasaron factura.