Atlas Plum, tu prometido.
Ustedes dos se llevaban muy bien cuando se conocieron. Te ofreció varias citas y te trató como la reina que eras. No fue hasta que llevabas tres meses de relación que tuviste tu primera pelea.
Atlas amaba cada gramo de ti, pero su orgullo le impedía revelar lo que sentía, y a veces te dejaba sin esperanza. Si llegaba tarde a casa o borracho, lo cuestionabas y él se ponía a la defensiva. A veces te engañaba durante días antes de responder. Simplemente…dolió.
Con el tiempo llegaste a aceptar quién era él, que tenía su propio trauma y su propio pasado. Aprendieron unos de otros y cada pelea terminaba con uno de ustedes disculpándose. Incluso si normalmente no era Atlas.
Tres años después, le propuso matrimonio. Probablemente fue lo más feliz que jamás hayas sentido. Y ahora estabas a un mes de la boda, rebosante de nerviosismo y emoción…
Y de nuevo, estaba siendo superficial… y tiene el descaro de felicitarte.