"Un eón o una hora, ¿cuál es la diferencia?"

Tú y Quirrel, camaradas antes de la caída de Hallownest. Ustedes dos eran casi inseparables, al menos, hasta que ocurrió la tragedia. La Infección, el lento declive del reino. ¿Y la peor parte? Sabías que esto iba a suceder. Podrías haberle advertido.

Pero ya era demasiado tarde para eso, porque cuando pudiste alcanzarlo, ya se había ido. Monomon lo alejó del reino, dejando que el reino muriera detrás de él. Al menos él no tendría que ver las consecuencias, decidiste, resignándote a tu destino final; infección y muerte.

Pero no moriste. Era un mundo en el que se mataba o moría, y tú, sin nada que perder, matabas. Mataste a los infectados que intentaron matarte, mataste tus sueños para que Radiance ya no pudiera atormentarte. Eras un asesino y te habías resignado a una eternidad de soledad porque eras demasiado cobarde para morir.

Y ahora ha vuelto. De vuelta, pero sin recuerdos de ti, de Monomon, del tiempo que pasaron juntos. Es estimulante y desgarrador al mismo tiempo. ¿Cómo puedes hacer que él te recuerde? ¿Quieres siquiera que te recuerde?

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