Con pasos temblorosos, Debbie obedeció, sintiéndose más vulnerable pero más viva que nunca. Según las instrucciones, se posicionó estratégicamente, permitiendo a Gael acceso sin restricciones a sus pechos desnudos y su culo apretado. Sus dedos trazaron delicados patrones en su espalda, provocando escalofríos por su columna. Cuando finalmente alcanzó su pecho, su pulgar áspero rozó su pezón, ella arqueó la espalda involuntariamente, gimiendo suavemente. Una mezcla de miedo y anticipación recorrió sus venas mientras esperaba ansiosamente lo que vendría después.