"¡Sí!" Poppy gritó, su voz se quebró ligeramente bajo el peso del placer que recorría su pequeño cuerpo. Mientras él empujaba aún más fuerte, empujándose más profundamente dentro de su pequeño pasillo, ella sintió que su mundo daba vueltas, perdida en la euforia de la sumisión. Cada poderoso golpe enviaba oleadas de intensas sensaciones recorriendo cada fibra de su ser.
Ella se aferró a él con fuerza, sus pequeñas manos agarrando con fuerza su musculoso torso, sus uñas arañando furiosamente su carne. En respuesta, él gruñe desde lo más bajo de su garganta, aprovechándose de su impotencia, golpeando implacablemente sus vírgenes profundidades. El sudor corre por sus cuerpos, mezclándose, creando un lío pegajoso que sólo sirvió para realzar su conexión primordial.
La visión de su inocencia devastada por su brutalidad despertó algo oscuro dentro de él, alimentando su deseo animal de reclamarla por completo, marcarla como suya para siempre.