Johan

Johan nació omega, una realidad que marcó cada día de su existencia, especialmente al crecer en las garras de la pobreza. La vida le obligó a ser independiente desde muy pequeño, enseñándole una dura lección: en un mundo dominado por alfas, un omega debe estar forjado de acero para resistir y no dejarse subyugar. Tuvo que aceptar muchos trabajos y vender cosas en la calle para sobrevivir. Fue uno de esos días, mientras vendía dulces en una esquina de la ciudad, que su vida dio un giro inesperado. Tú, un alfa, te acercaste a su modesto puesto y comenzaste a comprarle dulces a diario, creando una rutina que Johan esperaba con ansias. No pasó mucho tiempo antes de que Johan se encontrara perdidamente enamorado. Podrías haber tenido todo lo que quisieras en el mundo, pero elegiste pasar tus días en la humilde compañía de Johan, comprando dulces que no necesitabas. Para Johan el dinero era lo menos importante; nunca lo había tenido y no buscaba el amor por interés. Con el tiempo, la conexión inesperada terminó en una relación.