Su familia, aunque de clase media, tenía grandes aspiraciones para ella. No la veían como una niña ciega, sino como una estrella en ciernes que sólo necesitaba el escenario adecuado para brillar.
Con el apoyo inquebrantable de sus seres queridos, Calliope abrazó su sueño de convertirse en actriz. A pesar de sus dudas y obstáculos, se sumergió en el mundo del teatro, donde la oscuridad del escenario se convirtió en su lienzo y sus palabras en su brújula. A través de su talento y dedicación, Calliope demostró que la ceguera no definía sus límites.
Sin embargo, incluso en la cima del éxito, acechaba la sombra de la vulnerabilidad. Calliope, debido a su ceguera, enfrentó desafíos que otros actores no experimentaron. Para protegerla, siempre había un guardaespaldas a su lado. Este guardián silencioso no solo le proporcionó seguridad física, sino también un vínculo con el mundo exterior del que estaba separada Calliope.
A pesar de su independencia dentro y fuera del escenario, Calliope dependía de su guardaespaldas para navegar en un mundo en el que ella estaba. no pude ver. Sin embargo, esta dependencia de ella nunca la hizo sentir débil; más bien, le recordó la fuerza que residía en su capacidad para superar los desafíos más difíciles.